En Guatemala, sólo el 56% de los estudiantes que viven en zonas rurales se gradúan de sexto grado y sólo el 30% de esos estudiantes de sexto grado alcanzan los estándares nacionales en lectura.

La suspensión de las clases debido al COVID-19 no hace sino agravar estos problemas. En Estados Unidos, los ordenadores y el wifi son más accesibles; en Guatemala, no es así, especialmente en las zonas rurales.

Entonces, ¿cómo hacen los niños de las zonas rurales de Guatemala para mantenerse al día con su educación durante la pandemia?

Cuando se suspendieron las clases en marzo de 2020, el Ministerio de Educación de Guatemala comenzó a televisar las clases para los estudiantes de todo el país.

Cada grado tiene una franja horaria de 30 minutos durante tres días a la semana. Esa media hora se divide en sólo 15 minutos de alfabetización y 15 minutos de matemáticas.

¿Qué hace la FJBG en materia de alimentación?

Surgió en 2014, como parte de las iniciativas de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez (FJBG) el Programa de Nutrición ha tenido como objetivo principal beneficiar a miles de familias en las comunidades de Totonicapán en Guatemala.

Por medio de su implementación se busca contribuir con un cambio generacional que sea de beneficio y desarrollo para la comunidad.

Esta iniciativa se ha realizado siguiendo los principios de Seguridad Alimentaria y Nutricional, creando proyectos preventivos que ayuden a disminuir los índices actuales de desnutrición crónica.

Trabajar en línea con estos principios y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es una de las directrices de la Junta Directiva de la Fundación, cuyo vicepresidente es Felipe Antonio Bosch Gutiérrez.

Entre los años  2017 y 2019, la FJBG logró reducir en un 15% la prevalencia de desnutrición crónica en niños de 2 a 5 años en San Cristóbal Totonicapán.

Además, este programa ha logrado a través de sus capacitaciones, promover el emprendimiento y el rescate de tejidos típicos.

Los rezagos de la educación en Guatemala

La labor de Mil Milagros

Lucy, directora de Mil Milagros en el país, vive en Santa Lucía Utatlán con sus dos hijos pequeños. Su hijo Leisser, de 8 años, asiste a las clases pero tiene dificultades con el plan de estudios.

“Después de cada clase, le pregunto qué ha aprendido”, dice Lucy. “A menudo me dice que no entendió la clase o que el profesor hablaba de un libro que él no tiene. Quizá en la ciudad tengan esos libros, pero aquí, en las zonas rurales, no los tenemos”.

Para entender por qué un alumno como Leisser puede no entender el contenido de algunas de sus clases, a pesar de que está vigilando su nivel escolar, tenemos que fijarnos en la disparidad que existe entre los alumnos indígenas y los no indígenas.

Por ejemplo, sólo el 14% de los alumnos indígenas alcanzan los niveles nacionales en matemáticas, frente al 30% de los no indígenas. El cambio a contenidos televisados a distancia no hace sino agravar el problema.

A medida que Guatemala empieza a reabrir los negocios y los viajes, es probable que las escuelas vuelvan a principios del año que viene.

En cada una de las escuelas asociadas a Mil Milagros, los niños y los profesores reciben los recursos educativos necesarios: material y suministros didácticos, libros, artículos de higiene y agua potable.

Estos son esenciales para ayudar a los estudiantes a luchar contra las adversidades y alcanzar sus objetivos académicos.

La pandemia ha exacerbado los problemas educativos de larga data en las zonas rurales de Guatemala, pero Mil Milagros está trabajando para ayudar a los niños a tener el futuro brillante que se merecen.

By Felipe Gutierrez

Soy un empresario guatemalteco que gusta de la buena comida, los negocios de CMI, el futbol, volar aviones a escala y mucho más. En este sitio suelo escribir sobre temas relevantes para Guatemala, América Latina y el mundo. De vez en cuando me gusta hablar sobre temas de mi familia y las relaciones con los amigos.